
Entre los símbolos sagrados que inspiran devoción en la tradición católica, la Imagen de Jesús Misericordioso ocupa un lugar especial. No es simplemente una representación artística; es un canal de gracia, un recordatorio visual del amor infinito de Dios y una invitación a la confianza.
Esta imagen, que muestra a Cristo resucitado con rayos de luz emanando de su corazón y la inscripción “Jesús, en Ti confío”, ha tocado innumerables corazones y transformado vidas en todo el mundo.
Para comprender plenamente el poder y la importancia de esta imagen, debemos examinar su origen divino, su rico simbolismo, las promesas asociadas a ella y su extraordinaria historia.
Este artículo te guiará a través de estos aspectos, ayudándote a apreciar más profundamente este tesoro espiritual y a incorporarlo adecuadamente en tu vida de fe.
El origen de la imagen según las revelaciones a Santa Faustina
La historia de la Imagen de la Divina Misericordia comienza con una extraordinaria visión mística. En la noche del 22 de febrero de 1931, mientras Santa Faustina Kowalska se encontraba en su celda en el convento de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en Płock, Polonia, tuvo una aparición que cambiaría su vida y tendría un impacto profundo en la espiritualidad católica moderna.
En su Diario, Santa Faustina describe este momento trascendental:
“Por la noche, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. (…) Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío” (Diario, 47).
Esta no fue una simple visión pasajera. Jesús continuó apareciéndose a Santa Faustina, explicándole el propósito y el significado de la imagen. Le hizo comprender que esta imagen debía recordar al mundo las exigencias de Su misericordia, ya que incluso la fe más fuerte es inútil sin obras.
Como reveló Jesús a Santa Faustina:
“Por medio de esta imagen concederé muchas gracias a las almas; por eso, que cada alma tenga acceso a ella” (Diario, 570).
La petición de pintar la imagen presentó un desafío inmediato para la humilde religiosa. No tenía habilidades artísticas ni los recursos para crear tal obra. Además, inicialmente enfrentó escepticismo por parte de sus superioras y confesores.
Fue solo cuando el Padre Miguel Sopoćko se convirtió en su director espiritual en Vilna (actual Vilnius, Lituania) en 1933, que encontró un aliado comprensivo.
El Padre Sopoćko tomó en serio las revelaciones de Santa Faustina y, después de un cuidadoso discernimiento, contrató al artista Eugeniusz Kazimirowski para pintar la imagen según las instrucciones de la religiosa.
Durante los siguientes seis meses (enero a junio de 1934), Santa Faustina visitó el estudio del pintor regularmente para orientar su trabajo, siempre acompañada por el Padre Sopoćko.
Este proceso no estuvo exento de dificultades. Santa Faustina a menudo salía de las sesiones llorando, decepcionada porque el pintor no podía capturar la belleza y radiantez divinas que había contemplado en su visión.
Como escribió en su Diario:
“Una vez que regresé a casa, me puse a llorar por no poder Jesús tan bello como es” (Diario, 313).
A pesar de estas limitaciones, la primera imagen fue completada y expuesta públicamente por primera vez en la Puerta del Alba en Vilna durante las celebraciones que culminaron el Jubileo de la Redención del Mundo, del 26 al 28 de abril de 1935.
Fue colocada en lo alto de una ventana para que pudiera ser vista desde lejos, y el Padre Sopoćko predicó el primer sermón sobre la Divina Misericordia.
El significado de los rayos blanco y rojo
El elemento más distintivo y teológicamente significativo de la Imagen de Jesús Misericordioso son los dos rayos que emanan del área del corazón de Cristo: uno pálido (o blanco) y otro rojo. Estos rayos no son simples elementos decorativos, sino poderosos símbolos con un profundo significado espiritual que Jesús mismo explicó a Santa Faustina.
En su Diario, la santa registra las palabras de Jesús sobre estos rayos:
“Los dos rayos significan la Sangre y el Agua que brotaron de la profundidad de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizante fue abierto por la lanza en la cruz. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas…” (Diario, 299).
Esta explicación conecta directamente la imagen con el pasaje evangélico de Juan 19:34, que narra cómo un soldado romano atravesó el costado de Jesús con una lanza después de su muerte en la cruz, “y al instante salió sangre y agua”. Los Padres de la Iglesia y los teólogos a lo largo de los siglos han visto en este acontecimiento un profundo simbolismo sacramental.
El rayo blanco o pálido: El agua que purifica
El rayo blanco representa el agua que purifica, y simboliza el Sacramento del Bautismo y el Sacramento de la Reconciliación (Confesión). A través de estas aguas sacramentales, nuestras almas son lavadas del pecado y restauradas a la gracia.
Como explicó Jesús a Santa Faustina:
“El agua que salió de Mi Corazón es escudo para las almas, y el refugio para todo pecador” (Diario, 367).
Este rayo nos recuerda las palabras del profeta Ezequiel:
“Derramaré sobre vosotros agua pura y seréis purificados de todas vuestras impurezas” (Ez 36:25)
y la invitación de Jesús:
“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba” (Jn 7:37).
El rayo rojo: La sangre que da vida
El rayo rojo representa la sangre de Cristo, que es la vida de las almas, y simboliza principalmente la Eucaristía. La sangre de Cristo, derramada en la cruz y ofrecida en cada Misa bajo la forma de vino consagrado, nutre nuestras almas y nos une íntimamente a la vida divina.
Como enseña la Carta a los Hebreos:
“Sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Heb 9:22)
La sangre de Cristo es el precio de nuestra redención y el sello de la Nueva Alianza entre Dios y la humanidad.
La unión de los rayos: La plenitud de la misericordia
Los dos rayos brotan no como corrientes separadas, sino como un único manantial de misericordia que fluye del Corazón traspasado de Jesús. Esta unión simboliza cómo los sacramentos de la Iglesia trabajan en conjunto para nuestra salvación.
Como explicó el Papa San Juan Pablo II:
“De ese corazón abierto en la cruz ha brotado la divina misericordia para todos los hombres”
Teológicamente, estos rayos representan la totalidad de la gracia redentora de Cristo. Mientras que los rayos tienen un origen puntual en el corazón de Jesús, se ensanchan a medida que se alejan, simbolizando así cómo la misericordia divina se extiende sin límites para abrazar a toda la humanidad.
Como dijo Jesús a Santa Faustina:
“Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios” (Diario, 299)
“Jesús, en Ti confío”: el poder de la inscripción
Al pie de la Imagen de Jesús Misericordioso aparecen cinco palabras simples pero transformadoras: “Jesús, en Ti confío”. Esta inscripción no es un mero detalle decorativo, sino una parte esencial de la imagen que Jesús mismo pidió específicamente.
Como le dijo a Santa Faustina:
“Firma esta imagen con las siguientes palabras: Jesús, en Ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y [después] en el mundo entero” (Diario, 47)
El significado teológico de la confianza
La confianza (ufność en polaco, la lengua original del Diario) es el concepto central de toda la devoción a la Divina Misericordia. No se trata de un sentimiento superficial o un simple optimismo, sino de una virtud teologal profundamente arraigada en la fe.
Esta confianza implica una actitud activa del alma que decide abandonarse completamente a la voluntad de Dios, reconociendo Su bondad y omnipotencia.
Jesús explicó a Santa Faustina:
“La gracia de la salvación es para las almas que confían en Mi misericordia” (Diario, 294).
Y en otro momento le reveló:
“Las gracias de Mi misericordia se toman con un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá” (Diario, 1578)
Esta inscripción no es simplemente una declaración que se lee, sino una oración que se debe vivir. Cada vez que contemplamos la imagen y pronunciamos “Jesús, en Ti confío”, estamos haciendo un acto de fe en Su bondad infinita y en Su deseo de salvarnos, sin importar cuán graves puedan ser nuestros pecados.
La confianza como respuesta a la misericordia
La misericordia de Dios y nuestra confianza están íntimamente ligadas. La misericordia divina es el don gratuito que Dios nos ofrece; la confianza es nuestra respuesta humana a ese don.
Como enseñaba el Beato Miguel Sopoćko:
“La misericordia de Dios es como un gran océano; nuestra confianza es el recipiente con el que extraemos de ese océano”
El poder de la inscripción “Jesús, en Ti confío” radica en su capacidad para transformar nuestra relación con Dios. Muchas personas mantienen una imagen distorsionada de Dios como un juez severo, siempre listo para castigar.
Esta inscripción nos recuerda que Dios es primero y ante todo un Padre misericordioso que desea nuestra salvación y felicidad.
Vivir la inscripción en lo cotidiano
Pronunciar estas palabras en los momentos de prueba, tentación o sufrimiento puede ser un acto poderoso de rendición espiritual.
San Juan Pablo II, gran devoto de la Divina Misericordia, explicó:
“Nada necesita el hombre tanto como la misericordia divina, ese amor que mira con compasión, que perdona, que eleva”
La inscripción “Jesús, en Ti confío” puede convertirse en una jaculatoria que repetimos a lo largo del día, especialmente cuando enfrentamos decisiones difíciles, tentaciones, o momentos de duda y miedo.
Al hacer esto, no solo honramos a Jesús Misericordioso, sino que también permitimos que Su gracia transforme nuestra mente y corazón, liberándonos gradualmente de la ansiedad y ayudándonos a vivir en la paz que viene de la confianza total en Dios.
Las promesas ligadas a la veneración de la imagen
La Imagen de Jesús Misericordioso no es simplemente un símbolo devocional; es un canal de gracias extraordinarias. A través de Santa Faustina, Jesús vinculó promesas específicas a la veneración de esta imagen, promesas que revelan el inmenso amor que tiene por aquellos que confían en Su misericordia.
La promesa de salvación
La promesa más extraordinaria asociada a la imagen se encuentra en estas palabras de Jesús a Santa Faustina:
“Yo prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como Mi gloria” (Diario, 48).
Esta promesa no debe entenderse como una garantía automática de salvación independiente de nuestra respuesta moral. Más bien, expresa la eficacia de la gracia que fluye a través de esta devoción para aquellos que se acercan a ella con fe sincera.
La veneración auténtica de la imagen implica necesariamente una apertura del corazón a la misericordia de Dios y una disposición a vivir según Sus mandamientos.
Protección especial
Jesús también prometió Su protección especial a quienes honran esta imagen:
“Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia para recoger gracias. Ese recipiente es esta imagen con la firma: Jesús, en Ti confío” (Diario, 327)
Esta promesa de protección es particularmente reconfortante en nuestro mundo turbulento, donde tantas personas experimentan ansiedad, miedo e incertidumbre sobre el futuro. La imagen se convierte así en un escudo espiritual contra los peligros que amenazan nuestra alma.
Gracias para todo momento de la vida
Las gracias prometidas a través de la imagen no se limitan a la hora de la muerte, sino que abarcan toda nuestra vida:
“A través de esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias, por eso, que cada alma tenga acceso a ella” (Diario, 570)
Y en otro momento, Jesús le dijo a Santa Faustina:
“Por medio de esta imagen concederé muchas gracias a las almas; ella ha de recordar a los hombres las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil” (Diario, 742)
Esta última afirmación nos recuerda que la verdadera devoción a la Divina Misericordia debe manifestarse en obras de misericordia hacia los demás. La imagen no es un amuleto mágico, sino una invitación a transformar nuestra vida según el ejemplo de Cristo.
Testimonios de gracias recibidas
Alrededor del mundo, innumerables fieles han compartido testimonios de gracias extraordinarias recibidas a través de la veneración de esta imagen. Estas incluyen:
- Conversiones de personas alejadas de la fe durante muchos años
- Sanaciones físicas y emocionales no explicables por la medicina
- Reconciliaciones en familias divididas por conflictos aparentemente irresolubles
- Paz y aceptación ante la muerte inminente
- Protección en peligros graves y situaciones desesperadas
Estos testimonios no son simples coincidencias, sino manifestaciones de la fidelidad de Dios a Sus promesas y de Su deseo ardiente de derramar Su misericordia sobre todos los que acuden a Él con confianza.
Cómo venerar correctamente la imagen en tu hogar
La veneración de la Imagen de Jesús Misericordioso no se limita a las iglesias y santuarios; también puede y debe formar parte de nuestra vida espiritual en el hogar. Aquí encontrarás orientaciones prácticas para incorporar apropiadamente esta imagen en tu espacio doméstico.
Selección y ubicación de la imagen
Para comenzar, es importante seleccionar una reproducción digna de la Imagen de Jesús Misericordioso. Aunque existen múltiples versiones (que abordaremos en la siguiente sección), lo importante es que la imagen refleje fielmente los elementos esenciales: Cristo resucitado bendiciendo, los rayos blanco y rojo emanando de Su corazón, y la inscripción “Jesús, en Ti confío”.
En cuanto a la ubicación:
- Coloca la imagen en un lugar de honor en tu hogar, idealmente visible para toda la familia
- Muchas familias crean un pequeño altar doméstico con la imagen como punto focal
- Puedes acompañarla con una vela que se pueda encender durante los momentos de oración
- Considera orientar la imagen hacia donde suele reunirse la familia, para que sea un recordatorio constante de la presencia misericordiosa de Jesús
Bendición de la imagen
Es muy recomendable que la imagen sea bendecida por un sacerdote. El Ritual Romano contiene bendiciones específicas para imágenes sagradas. Si es posible, lleva tu imagen a la parroquia local y pide al sacerdote que la bendiga antes de colocarla en tu hogar.
Prácticas devocionales cotidianas
La veneración no consiste simplemente en tener la imagen expuesta, sino en relacionarse con ella a través de la oración. Aquí hay algunas prácticas que puedes incorporar:
- Coronilla de la Divina Misericordia: Reza esta poderosa oración frente a la imagen, idealmente a las tres de la tarde (la Hora de la Misericordia).
- Jaculatorias: A lo largo del día, al pasar frente a la imagen, puedes repetir con fe: “Jesús, en Ti confío“.
- Momentos de contemplación: Dedica unos minutos cada día a contemplar en silencio la imagen, meditando en el amor misericordioso que Jesús te tiene.
- Oraciones familiares: Reúne a tu familia ante la imagen para oraciones compartidas, especialmente en momentos de dificultad o decisiones importantes.
La imagen como centro de misericordia en el hogar
Jesús le dijo a Santa Faustina que deseaba que esta imagen fuera “venerada primero en su capilla y [después] en el mundo entero” (Diario, 47). Tu hogar puede convertirse en un pequeño “santuario de la misericordia” donde no solo se venera la imagen, sino donde también se vive el espíritu de la misericordia en las relaciones familiares.
Puedes honrar la imagen:
- Practicando obras de misericordia inspiradas en ella
- Conmemorando fechas especiales relacionadas con la Divina Misericordia (como el Domingo de la Divina Misericordia, el primer domingo después de Pascua)
- Compartiendo con otros el mensaje de la misericordia
- Recurriendo a ella en momentos de conflicto familiar, para recordar la necesidad de perdonar como somos perdonados
Qué evitar en la veneración de la imagen
Es importante mantener un equilibrio en nuestra devoción. Algunos aspectos a evitar:
- Superstición: La imagen no es un amuleto mágico que nos protege automáticamente sin una correspondencia moral de nuestra parte.
- Descuido: No permitas que la imagen se deteriore o se cubra de polvo, lo que indicaría falta de respeto.
- Formalismo vacío: La veneración externa debe siempre acompañarse de una actitud interior de confianza y apertura a la misericordia.
- Exclusivismo: La devoción a la Divina Misericordia complementa otras devociones católicas y no debe llevar a menospreciar otras expresiones de la fe.
Recuerda las palabras de Jesús a Santa Faustina:
“Yo deseo que haya tal confianza entre Yo y tú. Deseo que glorifiques Mi misericordia con esta confianza” (Diario, 1784)
Historia de las diferentes versiones de la imagen
La Imagen de Jesús Misericordioso ha tenido un recorrido histórico fascinante, con diversas versiones creadas a lo largo del tiempo. Cada una de ellas posee características particulares y ha desempeñado un papel en la propagación de la devoción a la Divina Misericordia.
La imagen original de Vilna (Kazimirowski, 1934)

La primera imagen fue pintada por Eugeniusz Kazimirowski en Vilna (actual Vilnius, Lituania) en 1934, bajo la supervisión directa de Santa Faustina y el Padre Miguel Sopoćko.
Esta versión es única porque es la única que Santa Faustina vio en vida. Aunque ella expresó cierta insatisfacción porque no capturaba plenamente la belleza de Jesús que había contemplado en su visión, esta imagen es de gran valor histórico y espiritual.
Características distintivas:
- Jesús aparece con una túnica blanca
- Su mirada está ligeramente dirigida hacia abajo, en actitud de misericordia hacia los pecadores
- Los rayos son más tenues que en versiones posteriores
- El fondo es oscuro, creando un contraste con la figura luminosa de Cristo
Historia posterior: Tras la Segunda Guerra Mundial y la anexión de Vilna a la Unión Soviética, la imagen fue ocultada para protegerla del régimen comunista. Después de una odisea de décadas, actualmente se venera en el Santuario de la Divina Misericordia en Vilnius, donde fue restaurada cuidadosamente.
La imagen de Łagiewniki (Hyła, 1943)

La versión más conocida y reproducida mundialmente es la pintada por Adolf Hyła en 1943 para la capilla de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia en Łagiewniki, Cracovia.
Hyła la ofreció como agradecimiento por la protección de su familia durante la guerra.
Características distintivas:
- Jesús camina hacia adelante, como acercándose al espectador
- Su mirada es serena y directa
- Los rayos son más brillantes y prominentes
- Aparece un paisaje en el fondo (que fue modificado posteriormente a un fondo oscuro)
Esta imagen recibió la bendición del Arzobispo de Cracovia en 1954 y se convirtió en el centro del culto a la Divina Misericordia en el Santuario de Łagiewniki, donde reposan los restos mortales de Santa Faustina y que fue declarado “centro mundial de la devoción a la Divina Misericordia” por el Papa Juan Pablo II en 2002.
La imagen de Hoder (1982)
Otra versión importante es la realizada por el pintor polaco Robert Hoder en 1982 a petición del Cardenal Franciszek Macharski, entonces Arzobispo de Cracovia. Esta versión fue un regalo para el Papa Juan Pablo II y se encuentra en la Capilla de la Divina Misericordia en el Vaticano.
Características distintivas:
- Estilo más contemporáneo
- Mayor luminosidad en toda la imagen
- Los rasgos faciales son más suaves
- Los rayos se extienden más ampliamente
Otras versiones significativas
A medida que la devoción se extendía mundialmente, surgieron adaptaciones culturales de la imagen:
- Versiones asiáticas: En países como Filipinas, Japón o China, existen representaciones con rasgos más orientales que facilitan la identificación cultural
- Versiones africanas: En diversas naciones africanas se han creado imágenes que muestran a Jesús con rasgos africanos
- Versiones latinoamericanas: Con influencias del arte religioso local y elementos culturales propios
Controversias y clarificaciones
La proliferación de diferentes versiones ha generado ocasionalmente debates sobre cuál es la “verdadera” imagen de la Divina Misericordia. La Iglesia ha aclarado que lo importante no es la exactitud fotográfica o la fidelidad a un modelo específico, sino la presencia de los elementos esenciales que transmiten el mensaje de la misericordia: Cristo resucitado, los rayos blanco y rojo, y la inscripción “Jesús, en Ti confío”.
El Beato Miguel Sopoćko señaló: “No es la belleza artística de la imagen lo que importa, sino su contenido teológico”. Y el Papa Juan Pablo II añadió durante la canonización de Santa Faustina: “Las diversas imágenes que se han difundido a partir de la visión original son legítimas expresiones de la misma verdad espiritual”.
La imagen en la cultura contemporánea
En las últimas décadas, la Imagen de Jesús Misericordioso ha traspasado el ámbito puramente religioso para convertirse en un icono reconocible de la cultura cristiana contemporánea.
Esta amplia difusión cumple el deseo que Jesús expresó a Santa Faustina:
“Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y [después] en el mundo entero” (Diario, 47)
La imagen como encuentro con la misericordia
La Imagen de Jesús Misericordioso es mucho más que una representación artística; es una invitación visual al encuentro con el amor misericordioso de Dios.
A través de sus elementos simbólicos —los rayos que brotan del corazón de Cristo, su gesto de bendición, la inscripción que nos invita a la confianza— esta imagen nos habla directamente al corazón de una verdad fundamental: que Dios es amor y que Su misericordia está al alcance de todos nosotros.
Como expresó el Papa Francisco: “El nombre de Dios es misericordia”. La imagen que Jesús pidió a Santa Faustina que diera a conocer al mundo es una manifestación visible de esta verdad central del cristianismo.
Al contemplar esta imagen en nuestros hogares, parroquias o en el silencio de nuestro corazón, somos invitados a pronunciar con fe renovada aquellas palabras que sintetizan toda la espiritualidad de la Divina Misericordia: “Jesús, en Ti confío”.
En esta simple pero profunda expresión de confianza se abre para nosotros la puerta a la experiencia transformadora de la misericordia divina.
Que esta imagen siga cumpliendo en nuestros días la misión para la que fue revelada: recordarnos que, como dijo Jesús a Santa Faustina,
“La humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la Divina Misericordia” (Diario, 300)
Preguntas Frecuentes
Encuentra respuestas a las dudas más comunes sobre la imagen de la Divina Misericordia.
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¿Qué representa la imagen de Jesús misericordioso?
La imagen de Jesús misericordioso representa Su amor y compasión infinitos hacia la humanidad.
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¿Cómo podemos honrar la imagen de Jesús misericordioso en nuestra vida diaria?
Podemos honrarla practicando la misericordia hacia los demás, perdonando como Jesús nos perdona, y confiando en Su amor y provisión en todo momento.
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¿Qué solemnidades o festividades están asociadas con la devoción a la imagen de Jesús misericordioso?
La Solemnidad de la Divina Misericordia se celebra el segundo domingo de Pascua en honor a esta devoción y el mensaje revelado a Santa Faustina Kowalska.
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¿Dónde podemos encontrar la imagen de Jesús misericordioso para venerarla?
La imagen de Jesús misericordioso se encuentra en muchos lugares de culto católicos, así como en hogares y capillas dedicadas a esta devoción.
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¿Cuál es la relación entre la devoción a la imagen de Jesús misericordioso y la misericordia como virtud cristiana?
La devoción a la imagen de Jesús misericordioso nos inspira a imitar Su ejemplo de misericordia hacia los demás y a cultivar la virtud de la compasión y el perdón en nuestras vidas.
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¿Cuál es la historia detrás de la devoción a la imagen de Jesús misericordioso?
La devoción a la imagen de Jesús misericordioso se originó a partir de las revelaciones privadas de Jesús a Santa Faustina Kowalska en la década de 1930, en las que le pidió que difundiera Su misericordia al mundo.